 |
Hace mucho escribí este cuento... al final mis amigas y yo escuchamos a nuestra intuición. Hoy los que no, lo lamentan. |
Unos conejitos jugaban alegremente.
-“Las traes….”-
-“Noooo, tus las traes”-
Un grito a lo lejos.
-“Humanoooooooooooooooooooooooos….”-
Y de pronto la histeria se apoderó de todos, porque sabían que esos seres escandalosos y sanguinarios no venían solos y si no eran las balas, los dientes de sus perros podían herirlos de muerte.
También sabían que tenían que correr lo más rápido posible hasta llegar hasta su madriguera, donde sus familias los cuidarían y todo quedaría en un susto, siempre había sido así peeero, ¿Por qué no? A cierta coneja se le hizo muy fácil meterse a una cueva que se encontró en el camino.
-“Que suerte tengo”- pensó –“¿para que seguir corriendo? si aquí me puedo esconder reagusto”-
De pronto un par de ojitos aparecieron, era un gatito que le dio la bienvenida a la cueva. La coneja le contó como había ido a parar ahí, y después de las debidas presentaciones se pusieron a jugar mientras pasaba el peligro de los humanos.
-“Si quieres, quédate a cenar. En un par de horas llegan mis papas y te los puedo presentar”-
La coneja dudó, siempre es divertido hacer nuevos amigos pero no estaba muy segura de quedarse a cenar. En eso estaba, sopesando sus opciones cuando llegó uno de sus amigos conejos que la había visto entrar a la cueva.
-“Ya nos podemos ir, ya pasó el peligro-
-“Si quieres vete”- le dijo el gatito-“aunque sería una lástima porque te perderás la cena”-
Y una vez más la coneja dudó. Era tan fácil irse a seguir jugando con sus amigos, pero la curiosidad y excitación de conocer a su nuevo amigo pesaban mucho, no era una decisión fácil. ¿Qué tal y si se perdía de una gran experiencia solo por escuchar a sus miedos?
-“Al rato voy a la madriguera, me quedaré a cenar con el gato”- fue su respuesta, aunque notó que al ver que su amigo partía sintió una punzada en el estómago.
Jugar con su nuevo amigo, ya no le parecía tan divertido pero decidió alejar esos pensamientos de su mente, total terminando de cenar se iba a su madriguera y mañana sería otro día.
De pronto, oyeron unos ruidos. Los papas del gatito habían llegado y este se adelantó a saludarlos.
-“Espérame aquí, voy a ver que trajeron”- le dijo a la coneja
Al verlo regresar le preguntó
-“¿Qué te dijeron tus papas que vamos a cenar?”-
-“Ohh! Ya verás, es una sorpresa”- contestó el gato al tiempo que le guiñaba un ojo
Y vaya que fue una sorpresa, la coneja supo inmediatamente lo que iban a cenar en cuanto vio a los papas de su amigo, estaba en una cueva de leones.