Escondido en Tlalpan, hay un café
para los fans de Harry Potter. Casi dos meses antes de mi viaje al D.F. Lilo,
mi prima también fan de Harry, me posteó en Facebook la existencia de
este lugar. Ninguna de las dos sabía exactamente donde quedaba, solo que
TENIAMOS que ir.
Guguleando encontré la dirección;
Calle Congreso esquina Jojutla, en el centro de Tlalpan. Una vez confirmado mi
viaje al D.F. le avisé a mi hermano que íbamos a ir, que el sábado a mediodía
no hiciera otros planes porque era visita obligada. Y así fue.
Para frustración de Marcela, su
mejor amiga, fuimos al Caldero Chorreado y no al puesto de barbacoa, por el que
pasamos y olía tan rico. CONFESIÓN: Estaba cruda y si no fuera tan grande mi
amor por Potter, hubiera preferido la barbacoa.
Natalia, una amiga de mi hermano
y su marido viven a calles del Café Potteriano, ¡y nunca habían ido! Ella me contó toda la historia de local. Como
había empezado hace muchos años como una fonda llamada “La Abejita”, para ahora
ser “El Caldero Chorreado”. E incluso me dijo que había pasado varias veces, pero
nunca se le había ocurrido entrar (=S).
Lo mejor fue cuando nos llevaron
la carta (si, una para cinco personas). Cerrada parece un mapa del merodeador y
hubiera dicho –“Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas”- pero
seguro que Marcela, mi hermano y el esposo de Natalia se desmayan del shock,
entonces me reprimí.
Todos sacamos la foto a tan
curioso objeto.
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Marcela se negó rotundamente a
pedir las cosas con nombres mágicos, así que la mesera nos sirvió nuestras
bebidas a lo muggle. Por cierto, muy
ricos frappes, malteadas y sodas. Las empanadas, mmm… la mía estaba fría y pues
como cualquier empanada de hojaldre.
Lo maravilloso del lugar es la
decoración; una snitch flotando por ahí, cuadros que dan la impresión de que estás viendo la entrada a una de las
habitaciones de Hogwarts, una tele enmarcada pasando películas de la saga, los
banderines de las cuatros casas, escobas, baúles, sombreros, varitas en fin.
Muy a lo Harry Potter.
Antes de irme tenía como
obligación pedir la cerveza de mantequilla y pues…. no me gustó :( . Quizá es debido a mi
vena alcohólica, pero para mí una cerveza sin alcohol, simplemente no y con
diez cucharadas de jarabe de caramelo encima ¡menos! Quizá para los niños y
gente no gustosa de la verdadera cerveza, es mejor opción.
También venden grajeas de todos
los sabores y muchos artículos "mágicos". Los únicos taches son que no
aceptan tarjeta y que les falta más comida en su carta-mapa.
Algún día voy a regresar con
gente trastornada, mega fan del mundo de Harry Potter. Con suerte nos
disfrazamos, llevamos las varitas y entonces si le digo a la mesera:
-“Me trae una poción de Fénix por
favor”-
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Se ve más rica de lo que sabe |