miércoles, 30 de marzo de 2011

Rompiendo Tabúes

Yo no sé ustedes pero yo crecí rodeada de tabúes. Todo lo que tuviera alguna diferencia, la más mínima con las ideas y educación de mi familia estaba mal. Lo irónico es que, y quien me conoce no me dejará mentir, mi familia es una de esas totalmente anormales.

Comenzando porque mis papas eran primos hermanos, creo que sólo por eso era para que personas con tabúes bien marcados ya me hubieran cerrado la puerta de su casa en las narices, lo que gracias a Dios no me ha pasado. Entonces es casi ridículo que en mi familia se atrevan a criticar matrimonios, pues si lo hacen.


De religión ni hablemos, por muchos años creía que todo aquél que no fuera católico estaba por lo menos maldito. Todas, absolutamente todas las sectas eran del diablo, y si acaso la única religión que medio se salvaba era la judía, porque pobrecitos tenían las bases pero seguro se iban a condenar por andar renegando de Jesús.


En lo personal, aunque no pienso cambiarme de religión, si reconozco que mi Iglesia tristemente dista mucho de ser un ejemplo a seguir, además me cuesta mucho trabajo aceptar que por la intercesión de un santo me pueda ganar la lotería, en fin.


De sexo, sin comentarios. Mi abuela siempre me ha dicho “En este mundo hay dos tipos de mujeres: la decentes que se acuestan con sus maridos y las pirujas que se acuestan con el novio” una amiga una vez después de oírla me preguntó “¿y las que nos acostamos con un tipo con el que simplemente andamos, que nombre tenemos?” obviamente le aconsejé que nos quedáramos con la duda, eso no se le pregunta a mi abuelita.


Jamás en la vida he escuchado en mi casa una plática de sexo, y realmente me parece una lástima que sea un tema que no se pueda compartir con las mujeres de mi familia.


Por supuesto que también hay diferencias de raza. Los negros huelen feo, los gringos son unos mensos y los indios siempre traicionan. También es una ironía que la única nacionalidad que valga la pena sea la alemana, la que por muchos años ha sido atacada por la humanidad. Todavía me tocó aclarar a mí, que ya soy de la 3era. Generación, que no todos los alemanes eran nazis.


Puede ser que por eso, no critico por cuestiones de raza y nacionalidad. A nosotros nos tocó de las más difíciles de defender, aunque en mi casa no se hayan enterado.


¿Remedios caseros, embrujos y supersticiones? Eso es de gente ignorante.


Como resultado de que todo el que crea en supersticiones es ignorante, a mi me cuesta trabajo creer que porque un borracho acaricie a un bebé le den cólicos a este, pero me he preguntado muchas veces si la ignorante no soy yo, y por andar ignorando las cosas prácticas y sencillas de la humanidad es que me complico tanto la vida.


Ahora que estoy comenzando a aprender acerca de los chakras, me doy cuenta que tengo que romper muchos tabúes si en verdad quiero ser una mejor persona.


A veces en plena sesión cuando mencionan la reencarnación, me quedo en la baba cuestionando quien tiene la razón ¿Deepak Chopra ó el Vaticano? El resultado es que ya están abriendo el tercer chakra, mientras yo ya me desconcentré abriendo apenas el primero, y es entonces en ese preciso momento, que me recuerdo a mi misma que para poder abrir mis chakras, primero tengo que comenzar a romper mis tabúes.

Mi príncipe amarillo

Estoy casi 100% segura que absolutamente todas las mujeres en alguna etapa de nuestras vidas, hemos tomado papel y lápiz para describir a nuestro hombre perfecto. Habrá quien lo hizo de niña con sus muñecas por testigos, pero incluso una mujer madura puede tomar su libreta para enlistar todas las cualidades que describen a su príncipe azul y así poder decretarlo.


Yo también escribí mi listita alguna vez, pero con el tiempo ha cambiado. Ya no quiero al mismo caballero que alguna vez visualicé a los catorce años rescatándome de la torre encantada. Ni tampoco me interesa ya el alma de la fiesta, divertido, amiguero y con el que me la pasaba increíblemente bien, aunque siempre dudando con cuántas más se la pasaba así, de cuando estudiaba en la Universidad.

Ahora quiero un hombre que sepa lo que quiere de la vida. Si necesito que sea alegre y le guste divertirse, porque tampoco puedo negar que mi alma fiestera sigue ahí, pero ya no que nunca se pueda quedar en casa viendo películas.

Creo que mi requisito número uno es que sea alguien con quien se pueda conversar, nada me decepciona más que alguien que no tiene nada que decir. Yo que soy un loro y puedo estar sentada en un jardín rodeada de piedras y al final las hago hablar, no puedo tener un príncipe tímido ó reservado, también ya pasé por eso y no me gustó.


Retrógradas, machistas y de mente cerrada de una vez favor de pasar a la puerta, fue un placer. No soy la mujer más “open mind” del planeta, no aceptaría que se acostaran con mis amigas, ni que me propusieran una “relación abierta”, pero si soy una mujer del año 2011.


Un príncipe que me deje hacerle de cenar, sin que lo vea como mi obligación sino como una muestra de mi cariño. Un príncipe que me traiga flores de vez en cuando, pero que no se espante si un día me encuentra taladro en mano queriendo empotrar unas gavetas para mis bolsas. Un príncipe con el que me pueda acurrucar en el sofá comiendo galletas y helado, pero que también comparta conmigo un domingo futbolero, tomando cerveza y mentándole la madre al árbitro.


Tardaría muchas horas en describir a detalle como lo quiero, así que me voy directo al último punto. A mi príncipe amarillo no lo tengo que buscar, el sólito llegará en el momento adecuado, y si ya llegó quizás habrá que darle una ayudadita a Cupido pero definitivamente a diferencia de mis pasados príncipes, este no será un problema más, el amor con mi príncipe amarillo simplemente fluirá.

¿Y porque lo quiero amarillo? Porque es mi color favorito, es un color que me llena de energía y me hace feliz. Y eso precisamente quiero yo en mi príncipe.